Misionero salesiano en Ecuador

Sacerdote salesiano que muy joven vino al Ecuador para sembrar en estas tierras su evangélica caridad que, desde su Italia nativa, sintió de muy joven el llamado de Don Bosco y no dudó un instante en ligarse a su vocación, dejando a los suyos por el destino presentido que haría de su obra, en tierras desconocidas, quizá uno de los monumentos más perennes que Cuenca y el Ecuador poseen.

” Educador, científico, artista, antropólogo y botánico, músico y cineasta; pero, sobre todo, un gran ser humano cuya inmensa caridad es reconocida por todos es decir; no solo por aquellos que recibieron de sus manos enseñanza, un futuro digno, una profesión, sino por quienes han admirado su obra. “

y botánico, músico y cineasta; pero, sobre todo, un gran ser humano cuya inmensa caridad es reconocida por todos es decir; no solo por aquellos que recibieron de sus manos enseñanza, un futuro digno, una profesión, sino por quienes han admirado su obra.

Amor por los más necesitados

Los niños y jóvenes más necesitados fueron siempre sus predilectos. «No importa que el P. Carlos Crespi haya nacido un 29 de mayo de 1891 en Legnano (Milán-Italia), a miles de kilómetros de Cuenca (Ecuador), lo que importa es que él se esforzó en ser un seguidor de nuestro Señor Jesucristo al estilo de san Juan Bosco, y, por eso, entregó lo mejor de su 7 vida a su Patria de adopción, y, sobre todo, a la ciudad que con admiración vio como él se desvelaba día a día por sus hijos más necesitados, hasta el punto de entregar su existencia por ellos: ‘no importa donde se nace, ni siquiera tanto donde su muere, sino donde se lucha.

” De la vida del P. Crespi emerge la figura de un salesiano en camino de santidad. Es la vida de un hombre de Dios que buscó vivir a plenitud el proyecto apostólico de Don Bosco en el servicio a los pobres. “

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Carlos Crespi con los jovenes y niños más necesitados

Apóstol de los pobres

Llama la atención la multifacética personalidad del P. Crespi, ya dijimos, hombre de ciencia y cultura, misionero, educador, apóstol de los pobres y sacerdote entregado a la Eucaristía y al confesionario. La genialidad del P. Crespi no se reduce solamente a su formación científica, sino, sobre todo, se expresa en los horizontes apostólicos que logró vislumbrar para el desarrollo moral y social de los pueblos a los que sirvió. Por supuesto que estuvo condicionado por el contexto histórico y por las concepciones teológicas, eclesiales y pastorales de la época; pero el celo apostólico y la fidelidad a la propia vocación son excepcionales.

” En el P. Crespi podemos descubrir al religioso ejemplar, al audaz misionero, al apóstol de la entrega absoluta a la causa del evangelio, al salesiano creativo, de iniciativa, coraje, audacia y de amplia visión; al religioso fiel en su entrega a los más pobres “

Espiritualidad

El P. Crespi vivió un proceso espiritual que sale a la luz en la biografía y en sus cartas: pasó de las preocupaciones científicas y culturales a morir al “pie” del confesionario (confesaba desde el amanecer hasta el anochecer desde 1973 hasta que murió en 1982) … Si algo caracterizó la vida del P. Crespi fue su obediencia a la voluntad de Dios».

Su amigo el padre Juan Carlo asegura: «Su lema era: “YA VOY”. Me decía el P. Pischedda… Recuerdo que en altas horas de la noche se escuchaba en la calle P. Aguirre: “¡P. Crespi!”. Se trataba de algún enfermo de gravedad. La respuesta era inmediata: ¡Ya voy! Pero lo que llama la atención es que al minuto él ya estaba en la calle. Para no hacer esperar y para no perder tiempo, se acostaba vestido. Sobre periódicos. Y esto se pudo comprobar. No estuve presente cuando fue lo del terrible incendio. Solo Dios puede saber el sufrimiento íntimo de ese hombre en la contemplación de las voraces llamas… y el sufrimiento que se repitió no con menor intensidad cuando tuvo que presenciar cómo se derribaba su querido –viejo– Santuario, aunque fuera para dar nueva vida al actual, amplio y luminoso. Considero un favor del cielo haberlo podido acompañar en estos últimos años y edificarme en su apostolado continuo, en su sufrimiento callado: el confesionario fue su cátedra, fue su cilicio, su altar».

 

Padre Crespi con un precioso objeto de su museo.

Padre Crespi y la banda de alumnos del “Cornelio Mérchán”

El padre Crespi con Enrique Arizaga Toral, alcalde de Cuenca

Amor por los más necesitados

Carlos Crespi con los jovenes y niños más necesitados

Los niños y jóvenes más necesitados fueron siempre sus predilectos. «No importa que el P. Carlos Crespi haya nacido un 29 de mayo de 1891 en Legnano (Milán-Italia), a miles de kilómetros de Cuenca (Ecuador), lo que importa es que él se esforzó en ser un seguidor de nuestro Señor Jesucristo al estilo de san Juan Bosco, y, por eso, entregó lo mejor de su 7 vida a su Patria de adopción, y, sobre todo, a la ciudad que con admiración vio como él se desvelaba día a día por sus hijos más necesitados, hasta el punto de entregar su existencia por ellos: ‘no importa donde se nace, ni siquiera tanto donde su muere, sino donde se lucha’»3. «De la vida del P. Crespi emerge la figura de un salesiano en camino de santidad. Es la vida de un hombre de Dios que buscó vivir a plenitud el proyecto apostólico de Don Bosco en el servicio a los pobres.

Apostol de los Pobres​

Llama la atención la multifacética personalidad del P. Crespi, ya dijimos, hombre de ciencia y cultura, misionero, educador, apóstol de los pobres y sacerdote entregado a la Eucaristía y al confesionario. La genialidad del P. Crespi no se reduce solamente a su formación científica, sino, sobre todo, se expresa en los horizontes apostólicos que logró vislumbrar para el desarrollo moral y social de los pueblos a los que sirvió. Por supuesto que estuvo condicionado por el contexto histórico y por las concepciones teológicas, eclesiales y pastorales de la época; pero el celo apostólico y la fidelidad a la propia vocación son excepcionales.

” En el P. Crespi podemos descubrir al religioso ejemplar, al audaz misionero, al apóstol de la entrega absoluta a la causa del evangelio, al salesiano creativo, de iniciativa, coraje, audacia y de amplia visión; al religioso fiel en su entrega a los más pobres “

Espiritualidad

El P. Crespi vivió un proceso espiritual que sale a la luz en la biografía y en sus cartas: pasó de las preocupaciones científicas y culturales a morir al “pie” del confesionario (confesaba desde el amanecer hasta el anochecer desde 1973 hasta que murió en 1982) … Si algo caracterizó la vida del P. Crespi fue su obediencia a la voluntad de Dios».

Su amigo el padre Juan Carlo asegura: «Su lema era: “YA VOY”. Me decía el P. Pischedda… Recuerdo que en altas horas de la noche se escuchaba en la calle P. Aguirre: “¡P. Crespi!”. Se trataba de algún enfermo de gravedad. La respuesta era inmediata: ¡Ya voy! Pero lo que llama la atención es que al minuto él ya estaba en la calle. Para no hacer esperar y para no perder tiempo, se acostaba vestido. Sobre periódicos. Y esto se pudo comprobar. No estuve presente cuando fue lo del terrible incendio. Solo Dios puede saber el sufrimiento íntimo de ese hombre en la contemplación de las voraces llamas… y el sufrimiento que se repitió no con menor intensidad cuando tuvo que presenciar cómo se derribaba su querido –viejo– Santuario, aunque fuera para dar nueva vida al actual, amplio y luminoso. Considero un favor del cielo haberlo podido acompañar en estos últimos años y edificarme en su apostolado continuo, en su sufrimiento callado: el confesionario fue su cátedra, fue su cilicio, su altar».